Ya estoy embarcado en otro viaje, en esta ocasión no se trata de ascender grandes montañas de Europa o de otro continente, ni de visitar grandes ciudades con una gran carga historica como pueda ser Estambul, ni tan si quiera ser afortunado de ver grandes paisajes como son el Himalaya, la Patagonia o las sabanas africanas.
En esta ocasión he dirigido mis pasos a la zona más árida del desierto del sahara argelino, concretamente a los campos de refugiados saharauis, acompañando al Festival de Cine Saharaui que se celebra en Dahjla con una duración de seis dias, con preyección de películas, conciertos de música en las dunas a la luz de la luna llena, carreras de camellos, partidos de fútbol entre visitantes y saharauis, exposición de fotografias sobre los campos de refugiados, desfile con trajes típicos de la cultura saharaui, encuentro con personajes famosos del cine y la cultura española, que apoyan la lucha de este pueblo, algo para mi tampoco emocionante, acostumbrado como estoy a estar en Montañas, sumergido en rios y esquiando por lugares desconocidos, y sin embargo quiza sea el viaje que mas me ha marcado interiormente, y no por
los paisajes, o mis nuevos amigos,
y los desconocidos con los que lo
he compartido, sino por los que se han quedado allí, olvidados (ya por menos) abandonados por los gobiernos como el nuestro que los abandono hace 34 años a su mala suerte en manos de Marruecos, que los destrozo físicamente que no moralmente, abandonados por la ONU, con resoluciones débiles y que no solucionan su problema, no reconocidos como nación por la mayoría de los paises importantes del planeta, y sin embargo siguen manteniendo la esperanza, el orgullo (en algunas ocasiones tan importante), la humildad y la sencillez de estas gentes, y su gran virtud que los hace ser seres especiales su HOSPITALIDAD.
Los que hemos estado allí famosos y no famosos, tenemos la obligación moral, de explicar al mundo lo que esta pasando allí, desgraciadamente no es el único pueblo que sufre en el Tierra, pero si que es el que mas nos afecta porque somos responsables directos de su infortunio y tenemos para con ellos una deuda histórica.
He tardado varios días en escribir este viaje, y siento que a los que lo leáis os pueda decepcionar que para nada sea un viaje con anécdotas y situaciones simpáticas y graciosas, o con datos técnicos que ayuden a otros en sus futuros viajes, pero es lo que siento.
Quiero dedicar este viaje a mis nuevos amigos con los que he compartido tantas cosas tan intensas y en tan poco tiempo.
A la familia que nos dio hospitalidad, Warda, Sekoa, Maiyu y a Mohamed.
Y sobre todo al pueblo SAHARAUI, que no se merecen estar donde y como están.
SAHARA LIBRE
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